Nirvana
Desde la
cocina escucho con voz arrepentida:
Nirvana ¿Qué has
hecho?¿Qué has hecho?
Me acerco y
la encuentro poniéndose las zapatillas sentada en la cama.
No has hecho nada,
puedes estar tranquila, le digo.
¿Y usted quién es?...
hombre vestido de negro que parece un violador y puedo asegurar que esta no es
mi casa, me dice confundida.
Lo que viviste ayer fue
real, sé que te lo estás preguntando, tan real como ésta conversación, yo te
salve la vida, le digo y le doy un sorbo a mi café.
Sí, recuerdo que se puso
delante de mí, pero aquello eran 3 drogadictos, así que gracias por la
invitación pero no me quedo a desayunar, y no se preocupe ésta tarde después de
la universidad iré a la policía, gracias por los servicios prestados hombre
misterioso que ya no parece tan violador, me dice y se ríe, como si nada
hubiese pasado.
Te puedes ir, no soy un
secuestrador, pero por los servicios prestados podrías escucharme un minuto, si
después de escucharme sigues con ganas de irte, adelante, le digo.
¿No se habrá enamorado
de mí? me pregunta coqueta.
No, le digo y la miro
con seriedad.
Bueno, me dice alargando
la e hasta el infinito y añade, le escucho.
Lo que te atacó ayer no
fueron 3 drogadictos, lo que te atacó ayer fueron 3 desterrados...
¿Desterrados? me
interrumpe confundida.
Los humanos los llaman
demonios...
Pero que dices, que
dices, me interrumpe incrédula.
Sí no vas a creerme o
vas a seguir interrumpiéndome continuamente, es mejor que te vayas a la
policía, seguro que ellos van a ser de gran ayuda, le digo con el rostro
adusto.
Sí, será mejor, no se
olvide de tomarse la medicación, me dice escéptica.
Una última cosa, en el
segundo que des un paso fuera de éste apartamento, ellos van a poder sentirte,
olerte... es tu última oportunidad para que confíes en mi, cruza esa puerta y
no vas a durar ni dos horas en la calle, le advierto.
Sí, sí, espero poder
decepcionarle y durar algo más, me dice irónica y se va.
Niña estúpida, digo,
cojo mi abrigo y salto por la ventana.
Pero... ¿Cómo? ¿Cómo? ¿Cómo
has llego antes que yo? me pregunta confundida.
Por favor, regresa al
apartamento... mierda, ya es tarde, le digo y añado, quédate detrás de mi.
Esta vez son cinco desterrados, tienen
el rostro deforme y carcomido por la putrefacción, se arrancan la columna y la
utilizan como un arma.
¿Ahora me crees? ¿te
parecen drogadictos? no te alejes de mí, le digo.
Señoritas, acepto éste comité
de bienvenida como un acto de perdón, márchense y no serán enviados al averno,
les advierto.
Danos a la chica guardián
y prometemos matarte y no comernos tu cuerpo, me amenaza el más feo y los cinco se ríen a la vez.
Es una buena oferta...
pero... me temo que voy a tener que rechazarla, empezó la hora de bailar
señoritas ¿Quién quiere ser mi pareja? les pregunto y saco mis sai.
Me rodean, no voy a poder moverme con
mucha libertad teniendo a ésta niña terca en mi espalda.
Voy atacar al que está
detrás de nosotros, cógeme de la cintura, voy a saltar hasta donde está, me daré
la vuelta y podrás correr hasta el apartamento, le susurro y asiente asustada.
Utilizando la
hoja de mi sai y el reflejo del sol puedo cegar al desterrado de la espalda y decapitarlo.
!Corre! Rápido, le digo.
Uno de los
desterrados intenta ir a por ella pero soy demasiado rápido para ellos, lo
intercepto y le castigo el pecho con 7 puñaladas, quedan tres, me digo. Otro
intenta correr hacía ella y le lanzo uno de mis sai al cráneo y cae al suelo
como una bolsa de mierda.
¿Alguien más va a ir
detrás de la chica?... No tienen ni las más mínima idea contra quien los han
mandado a luchar no, el que me quería comer, tú vas a ser el último en morir, le
digo y arremeto contra el inmóvil desterrado de la izquierda.
Con torpeza
intenta clavarme su espina dorsal, doy un giro, con la rodilla derecha le escarmiento
la cara y lo sujeto con la mano izquierda, lo miro fijamente, sonrío y por
debajo de la barbilla le atravieso la cabeza con mi sai. Justo a tiempo me doy
cuenta que el último desterrado intenta atacarme por la espalda, doy un paso
hacía atrás intentando esquivarlo y me clava en el hombro su espina dorsal.
Muevo la cabeza de izquierda a derecha y lo miro con revancha.
Con la espina
dorsal clavada en el hombro corro hacía él, con un contundente golpe le hundo
el estomago y cae de rodillas al suelo.
Antes de morir, tu y yo
vamos a tener una pequeña charla, le digo.
Lo tiro al
suelo y le estiro los dos brazos con las palmas boca abajo y lo clavo al suelo
con mis sai.
He torturado a muchos,
los he desmembrado lentamente, con la intención de buscar información, pero
siempre han muerto antes de decirme algo, hasta que descubrí la mejor manera de
hacerlos cantar, le digo al oído.
Me arranco la
espina dorsal del hombro y con la espalda descubierta le dibujo una cruz en la
espalda.
¿Dónde está Azazel? ¿Por
qué están persiguiendo a una humana? le pregunto mientras le voy infligiendo
pequeños cortes en el cuerpo.
No me vas a sacar nada
guardián, me dice con seguridad y me escupe el rostro.
Ya veremos, le digo y le
golpeo la cabeza contra el suelo.
Me acerco a
su mano izquierda y cambio mi sai por su afilada espina dorsal.
¿Sabes donde se han
forjado las armas de los guardianes no? En la cima del monte Reue, bañados con
la sangre de Dios, no puedes imaginarte el dolor que vas a sentir, le susurro
ferozmente al oído.
Desde la
punta del dedo corazón de la mano izquierda hasta la punta del dedo corazón de
la mano derecha trazo una línea, su putrefacta piel se convierte en
mantequilla.
No me ha salido una línea
muy recta, me río mientras sufre de dolor.
Desde la
punta de la coronilla y sintiendo como la hoja de mi sai se abre camino con
tanta facilidad cruzo la línea hasta el final de su cadera y dibujo una cruz
enorme, se escucha como su carne se va cocinando por la divinidad de mi hoja.
Azazel está en la
catedral de la ciudad, confiesa preso del dolor.
Buen desterrado, buen
chico, le digo sobándole la cabeza y añado, ves, no era tan difícil. Ahora
regresa al averno con la marca de Ariel en la espalda, todo el infierno sabrá
que Ariel fue tu verdugo.
Le piso la
cabeza y acabo con su vida, me sujeto el hombro con dolor, es la primera vez
que un desterrado ha conseguido dañarme. Así que Azazel está en la catedral,
putos católicos, me digo mientras regreso a mi apartamento
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