sábado, 12 de septiembre de 2015

La muerte de Luzbel

Me detengo y respiro hondo.

¿Estás bien Ariel? me pregunta la armadura.

Puedo sentir a Nirvana tan cerca que su miedo me bloquea, le digo resoplando.

Es normal sentir miedo Ariel, sentir miedo te va a dar la fuerza y el coraje, sentir que puedes perderla te va a revelar tu verdadero poder Ariel, pelea con miedo, pelea con miedo a perderla y darás el máximo en cada batalla, creo en ti, me dice.

Sigo caminando por el infierno, las cascadas de fuego, los ríos de fuego, los llantos y los lamentos se vuelven la banda sonora de mi realidad.

Estos son los dominios de Luzbel Ariel, me advierte la armadura.

Luzbel, me digo con odio.

Ruinas y desolación, el aire es caliente y pestilente, un valle interminable y apocalíptico, a lo lejos puedo distinguir una torre, parece un faro, no sé muy bien lo que es, me digo y sigo andando por los dominios de Luzbel. Más me adentro y una bruma espesa se levanta, no puedo distinguir donde piso ni lo que tengo delante. Puedo escuchar los gruñidos de podridos, cierro los ojos y recuerdo el entrenamiento de Miguel.

 Si no puedes verlos Ariel, guíate por su olor, recuerdo las palabras de Miguel.

Izquierda, derecha, arriba, detrás, me acechan por todos lados, aunque es inútil no dejan de llegar. Empiezo a sacudir mis alas y doy un salto, el pecho de mi armadura empieza a brillar tan fuerte como el sol y grito.

!LUZBEL!

Creo un viento con el batir de mis alas que contrarresta la bruma y con el sol de mi armadura vuelvo cenizas a todos los podridos.

!BRAVO! !BRAVO! grita Luzbel entre aplausos y sonriendo.

Su cabello es gris, sus ojos rojos, su piel es pálida, su cuerpo está cubierto de alas negras en llamas.

Debo confesarte Ariel... me sorprende mucho que hayas llegado hasta aquí, espera... déjame verte bien, pero si llevas la armadura de Dios, que emoción, me dice entre risas y aplausos.

Quiero ver si sigues aplaudiendo después de que te haya cortado las manos, le digo y me lanzo al ataque con mis sais.

Me esquiva con facilidad, esquiva cada uno de mis ataques con excesiva facilidad.

Si quieres matarme tendrás que esforzarte un poquito más Ariel, pero sólo un poquito, me dice de nuevo entre risas.

¿Por qué todas las basuras del infierno siempre quieren infravalorarme? le pregunto y golpeo el bastón de la resurrección en mi rodilla.

Hace muchos siglos que no veía a redención y expiación, la última vez que las vi fue cuando Jesús luchó con Adán, me dice y arrancándose dos plumas crea dos sables.

Voy a vengar a Lázaro, a Jafet,  a los niños que asesinaste y a mi mentor Miguel, le digo colérico.

Yo que tú me daría prisa, en unas horas Adán empezará el ritual y tu querida será devorada desde sus entrañas, me dice con la misma estúpida sonrisa.

La tierra a mi alrededor empieza a temblar, sujeto el mango de mis espadas tan fuerte que mis uñas se clavan en mis palmas. Vuelvo al ataque, el ruido del acero de nuestras armas al chocarse acallan los lamentos de las almas condenadas, Luzbel se mueve tan rápido que apenas puedo seguir su ritmo. Aparece detrás, por delante, no puedo ni siquiera rozarlo, muevo mi cabeza de un lado a otro, doy golpes de ciego.

Pensé que esto iba a ser interesante, eres un inútil Ariel, resoplando me mira y me dice, no merece la pena ni divertirme contigo.

!CÁLLATE! grito y vuelvo con ferocidad al ataque.

Inútil, me dice moviendo la cabeza.

Con un sólo movimiento, me corta el brazo izquierdo, la pierna derecha y en el suelo arrodillado apunta a mi garganta con la punta de su sable.

¿!Esto es lo máximo que puedes ofrecer Dios!? ¿!Piensas salvar el cielo y la tierra con esto!? grita Luzbel decepcionado.

Puedo sentir la punta del sable rozando y cortando mi garganta, perdóname Nirvana, me digo y un par de lágrimas resbalan por mis mejillas.

Ariel, Ariel ¿Te vas a rendir así de fácil? escucho la voz de la armadura.

Esto ya se termino, le he fallado a todos, le digo abatido.

Deja de odiar a Luzbel, nubla tu juicio Ariel, levántate y lucha, pon tu mente en blanco, la venganza te está haciendo errar, ¿De verdad piensas abandonar a Nirvana? me pregunta.

Cierro los ojos y me olvido de todo.


Al menos Jesús dio más batalla que tú, me dice y me escupe.

Con mi mano derecha cojo la hoja de su sable y la prenso con fuerza y empiezo a levantarme, siento como la sangre de mi palma derecha corre por mi brazo.

Imposible, ¿De dónde has sacado tanto poder?, escucho la voz de Luzbel asustado.

Me pongo de pie y abro los ojos, puedo ver el miedo en sus ojos color escarlata, intenta hacerme daño con el sable que sostiene en su otro brazo pero le sujeto la muñeca con mi mano izquierda, no siento dolor, ni el corte en mi brazo me hace flaquear. Sujeto la hoja de su sable con tanta fuerza que la parto por la mitad, intenta retroceder preso del miedo, cierro mi puño y golpeo su estómago con tanta fuerza que lo traspaso.

La sangre que escupe por su boca cae en mi frente y en mis mejillas, con dificultad puedo escuchar la palabra.

Imposible.

Suelto su brazo, saco mi puño de su estómago y cae al suelo. Me acerco a ver su rostro manchado por los esputos de sangre que salen de su boca. Le descubro el pecho y con el trozo de la hoja de su sable le dibujo una cruz.

Ahora tu cuerpo me pertenece Luzbel, voy a crucificar tu cuerpo y dejarlo en el cielo, así todo el mundo sabrá quien te dio muerte, basura, le susurro al oído mientras se ahoga con su sangre.

No hay comentarios:

Publicar un comentario