viernes, 24 de julio de 2015

La armadura de Dios

Es gigantesca y en forma de espiral, miro al cielo y me digo, estoy harto de todas estas estupideces, empiezo a batir mis alas y empiezo ascender, voy tan rápido que el viento intenta cortar mi rostro, en la cima puedo observar una nube negra y temible que impide ver el final de la torre de babel, rayos y relámpagos crujen y golpean por todos lados, nada me importa, sigo volando con temeridad. Con vehemencia me adentro en la nube negra, es tan hermoso que perturba, me cubro con mis alas y como un misil teledirigido atravieso ese lienzo bello y letal.

El tercer cielo y la armadura de Dios

!Jehová! !Emanuel! !Yahvé! !Adonai!  dime a que nombre respondes, grito absorto por la belleza del tercer cielo.

Sigo caminando, es tan hermoso que no puedo dejar de estar alerta.

!RESPÓNDEME! grito a todo pulmón.

Tienes el mismo fuego en su mirada, la misma determinación, me sorprende un espíritu por la espalda.

Saco mis armas...

Guarda las armas hijo mío, me dice y con ternura me sujeta la muñeca, sígueme, añade.

¿Tú eres el creador? le pregunto confundido.

Una proyección, mi cuerpo se encuentra dormido, me aclara.

He venido...

Sé por que has venido Ariel, sé todo lo que pasa por tu cabeza y tu corazón, eres como un libro abierto para mi, sé que te preguntas porqué si yo soy Dios no acabo con todo esto con un simple chasquido de mis dedos, lo mismo se preguntó Jesús, yo creo y doy vida, no está en mi arrebatarla, sé que Adán es mi culpa, sé que he cometido muchos errores Ariel, no soy perfecto aunque sea Dios, mandé a mi único hijo, sangre de mi sangre a luchar contra Adán y lo perdí, en ése momento pagué todo el precio de mi amor por la humanidad viendo a mi hijo morir, perdóname Ariel, perdóname por hacerte pasar por esto, me dice mientras caminamos.

Yo no soy Jesús, aclaro.

Llegamos, me dice.

¿A dónde? le digo confundido.

El suelo empieza a temblar, las nubes se abren ante mis ojos dejando salir un bastión de cristal gigantesco.

A mi mausoleo, me dice.

Levanta la mano y sin tocar las puertas se abren ante él.

Continuemos, me dice.

Así que ésta es tu morada, le digo absorto.

No sé si es mi morada, sólo sé que nací aquí, me dice y añade, es en ésta habitación.

Vuelve a levantar la mano y entre cristales puedo observar la armadura de Dios. Con el sol en el pecho y la luna en la espalda, puedo sentir que está viva, puedo sentirla palpitar.

Deja tu armadura y tus sais a un lado Ariel, no te harán falta.

A lo mejor mi armadura no, pero no pienso entregar mis sais. le digo tajante.

LEVÁNTATE ARMADURA SAGRADA Y VUELVE A SERVIR AL DESCENDIENTE DE TU AMO, grita la proyección de Dios.

Siento como la armadura me habla y me hace levitar, la apariencia de mis alas empiezan a cambiar, se vuelven blancas y puras, se multiplican, siento como la armadura se adhiere a mi cuerpo, siento su poder.

BÁCULO DE LA RESURECCIÓN VUELVE A LUCHAR POR LA JUSTICIA, grita la proyección de Dios.

El báculo es blanco con un diamante verde en el centro y cuatro alas, dos arriba y dos abajo.

Éste báculo guarda un secreto Ariel, sujétalo con las dos manos y rómpelo, dos espadas con el filo más letal, capaces de cortar el cuerpo de Dios, la que está en tu mano derecha se llama redención y la de tu izquierda expiación, me dice.

Empiezo a maniobrar las espadas, son tan ligeras y precisas.

Estoy listo, le digo y recojo mis sais y los guardo en mi espalda.

Déjame volver y acompañarte Ariel, sujeta mis manos, me dice.

Empieza a fusionarse con la armadura ante mis ojos, puedo sentir su calidez.

Ahora sí estamos listos, me dice.

Así que tu eres el alma de la armadura, le digo.

Déjame marchar a tu lado, empieza a volar Ariel, siente la velocidad de tus alas multiplicadas, tenemos que llegar al pozo de Darvaza.

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