El camino está rodeado de rosas, puedo sentir el corazón de
Nirvana palpitando, te voy a salvar, no te preocupes que te voy a salvar me
digo mientras camino decidido, mientras más me adentro más almas bailan por el
edén, puedo sentir que no les agrada mi presencia.
Escucho una risa estruendosa y maliciosa, saco mis sai y
grito:
¿Quién eres? !Muéstrate!
Sigue riéndose, viene de la frondosidad del edén.
Intento ignorarla y camino más rápido, no puedo perder el
tiempo, siento como el ambiente empieza a viciarse, una niebla extraña y espesa
empieza a rodearme. Agito mis alas pero es inútil, intento correr pero mis
piernas no me responden, empieza a faltarme el aire, caigo al suelo paralizado,
intento luchar pero ninguna extremidad me responde. Vencido en el suelo puedo
ver como salen seis súcubos de la espesura del bosque y arrastran mi cuerpo.
Abrahel y la secuoya gigante
Despierta heredero, despierta heredero de Dios, siento como me susurran
al oído.
Abro los ojos asustado y empiezo a mirar de un lado a otro,
intento moverme pero sigo paralizado sobre un lecho de hojas.
No te vamos hacer daño Ariel, soy Abrahel la guardiana del edén, ellas
son mis hijas, me dice amable.
Intento hablar pero...
Siento mucho haber tenido que paralizar tu cuerpo para traerte, pero
después de las historias que te habrá contado Pedro sobre nosotras no podía
arriesgarme a que matases a alguna de mis hijas, espero que lo entiendas, me
dice y acaricia mi frente.
Muevo la cabeza y me tranquilizo.
Pronto se te va a pasar el efecto Ariel, tienes los mismos ojos que él,
así que tú eres el descendiente de Jesús, la esperanza del cielo, me dice y
sigue acariciando mi cabeza.
Sus ojos tienen ternura, amabilidad, no es el ser irracional
que Pedro me describió.
Descansa un poco Ariel, cuando te despiertes yo te ayudaré a pasar a la
segunda estación, me dice y con sus dedos roza mis parpados.
La segunda estación
¿Nirvana? ¿Eres tú? me digo.
Ariel, ayúdame Ariel, ayúdame por favor, siento su dolor.
¿Que te hacen con esas cadenas? digo.
Me lo prometiste Ariel, sálvame por favor, siento sus lágrimas.
!NIRVANA! !NIRVANA! grito y me despierto.
No ha sido una pesadilla Ariel, tu conexión con la descendiente de
Lilith es más poderosa, vamos, tienes que llegar a la segunda estación, me dice
Abrahel y me ofrece su mano para levantarme.
Gracias, le digo y añado, parece que exageraron un poco sobre ustedes.
Ésta es la secuoya gigante Ariel, tienes que escalarla y llegarás a la
segunda estación, no te preocupes por los gigantes, sólo el heredero de Dios
puede unir al cielo para que marche con él, en la segunda estación tu cuerpo es
vulnerable a las temperaturas, pierdes tu inmunidad, ten cuidado con la tercera
parte del génesis Ariel, tus recuerdos, tu subconsciente, tu cerebro jugarán en
tu contra, confiamos en ti heredero de Dios, me dice y se marcha.
El páramo desolador de los gigantes
Es tan distinto, la belleza del edén frente a éste
terrorífico paisaje, rodeado de volcanes, de muerte, ¿Qué es esto que moja mi
frente? puedo ver la torre de babel, paso a paso voy caminando, el sofoco es
inflexible y sanguinario, siento como mi piel se derrite, como mi sangre hierve
en mi interior, jadeo tras jadeo intento avanzar inspirado por Nirvana, la
planta de mis pies están desgarradas por el calor. De repente todo cambia, una
brisa fría y afilada empieza a soplar, cortándome el rostro, congelando mis
extremidades, intento cubrirme con mis alas, resguardarme del frío mientras
avanzo por la segunda estación, mis piernas vuelven abandonarme y caigo al
suelo temblando, arrastrándome vuelvo a sentir como el clima vuelve a cambiar y
el suelo me quema el pecho, me apoyo en mis manos para intentar levantarme y
grito de dolor al sentir como me abraso, perdóname Nirvana, pero... pero...
Yo ayudar a ángel bueno, ángel intentar ayudar a gigantes, escucho una
voz tosca y me recoge entre sus brazos.
Apenas puedo abrir los ojos.
Gracias, digo agonizando.
Shhh, shh, ángel no hablar más, gigante llevarlo al Éxodo para curarlo,
ángel estará bien, me dice y me aferra a su pecho donde el clima no me afecta.
Set el rey de los gigantes
¿Tú eres el que desea asesinar a mi padre? Tranquilo ángel, estás
cubierto de cenizas purificadas, me dice un gigante.
¿Tu padre? pregunto confundido.
Soy Set, rey de los gigantes, hijo de Adán y siervo de Dios, me
contesta.
Sí, soy yo, le digo revitalizado.
Hubiésemos sido felices si mi padre no hubiese querido ser más que
Dios, me cuenta nostálgico y añade, si llegas a ver a mi padre, clávale uno de
tus sais en el pecho en mi nombre ángel.
Tengo que continuar, le digo y me levanto.
Éstas son las puertas de la tercera estación, si eres el heredero de
Dios se abrirán sólo con tu presencia, me advierte y me señala las puertas.
¿Y si no lo soy? pregunto.
Tendré que asesinarte y devorarte, me informa impasible.
Me levanto y a mi paso camina Set, me pongo delante de las
puertas y escucho un crujido y se abren ante mi.
No te olvides de mi mensaje Ángel, me dice Set y se marcha
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