lunes, 20 de julio de 2015

La dos estaciones del Génesis

El camino está rodeado de rosas, puedo sentir el corazón de Nirvana palpitando, te voy a salvar, no te preocupes que te voy a salvar me digo mientras camino decidido, mientras más me adentro más almas bailan por el edén, puedo sentir que no les agrada mi presencia.

Escucho una risa estruendosa y maliciosa, saco mis sai y grito:

¿Quién eres? !Muéstrate!

Sigue riéndose, viene de la frondosidad del edén.

Intento ignorarla y camino más rápido, no puedo perder el tiempo, siento como el ambiente empieza a viciarse, una niebla extraña y espesa empieza a rodearme. Agito mis alas pero es inútil, intento correr pero mis piernas no me responden, empieza a faltarme el aire, caigo al suelo paralizado, intento luchar pero ninguna extremidad me responde. Vencido en el suelo puedo ver como salen seis súcubos de la espesura del bosque y arrastran mi cuerpo.

Abrahel y la secuoya gigante

Despierta heredero, despierta heredero de Dios, siento como me susurran al oído.

Abro los ojos asustado y empiezo a mirar de un lado a otro, intento moverme pero sigo paralizado sobre un lecho de hojas.

No te vamos hacer daño Ariel, soy Abrahel la guardiana del edén, ellas son mis hijas, me dice amable.

Intento hablar pero...

Siento mucho haber tenido que paralizar tu cuerpo para traerte, pero después de las historias que te habrá contado Pedro sobre nosotras no podía arriesgarme a que matases a alguna de mis hijas, espero que lo entiendas, me dice y acaricia mi frente.

Muevo la cabeza y me tranquilizo.

Pronto se te va a pasar el efecto Ariel, tienes los mismos ojos que él, así que tú eres el descendiente de Jesús, la esperanza del cielo, me dice y sigue acariciando mi cabeza.

Sus ojos tienen ternura, amabilidad, no es el ser irracional que Pedro me describió.

Descansa un poco Ariel, cuando te despiertes yo te ayudaré a pasar a la segunda estación, me dice y con sus dedos roza mis parpados.

La segunda estación

¿Nirvana? ¿Eres tú? me digo.

Ariel, ayúdame Ariel, ayúdame por favor, siento su dolor.

¿Que te hacen con esas cadenas? digo.

Me lo prometiste Ariel, sálvame por favor, siento sus lágrimas.

!NIRVANA! !NIRVANA! grito y me despierto.

No ha sido una pesadilla Ariel, tu conexión con la descendiente de Lilith es más poderosa, vamos, tienes que llegar a la segunda estación, me dice Abrahel y me ofrece su mano para levantarme.

Gracias, le digo y añado, parece que exageraron un poco sobre ustedes.

Ésta es la secuoya gigante Ariel, tienes que escalarla y llegarás a la segunda estación, no te preocupes por los gigantes, sólo el heredero de Dios puede unir al cielo para que marche con él, en la segunda estación tu cuerpo es vulnerable a las temperaturas, pierdes tu inmunidad, ten cuidado con la tercera parte del génesis Ariel, tus recuerdos, tu subconsciente, tu cerebro jugarán en tu contra, confiamos en ti heredero de Dios, me dice y se marcha.

El páramo desolador de los gigantes

Es tan distinto, la belleza del edén frente a éste terrorífico paisaje, rodeado de volcanes, de muerte, ¿Qué es esto que moja mi frente? puedo ver la torre de babel, paso a paso voy caminando, el sofoco es inflexible y sanguinario, siento como mi piel se derrite, como mi sangre hierve en mi interior, jadeo tras jadeo intento avanzar inspirado por Nirvana, la planta de mis pies están desgarradas por el calor. De repente todo cambia, una brisa fría y afilada empieza a soplar, cortándome el rostro, congelando mis extremidades, intento cubrirme con mis alas, resguardarme del frío mientras avanzo por la segunda estación, mis piernas vuelven abandonarme y caigo al suelo temblando, arrastrándome vuelvo a sentir como el clima vuelve a cambiar y el suelo me quema el pecho, me apoyo en mis manos para intentar levantarme y grito de dolor al sentir como me abraso, perdóname Nirvana, pero... pero...

Yo ayudar a ángel bueno, ángel intentar ayudar a gigantes, escucho una voz tosca y me recoge entre sus brazos.

Apenas puedo abrir los ojos.

Gracias, digo agonizando.

Shhh, shh, ángel no hablar más, gigante llevarlo al Éxodo para curarlo, ángel estará bien, me dice y me aferra a su pecho donde el clima no me afecta.

Set el rey de los gigantes

¿Tú eres el que desea asesinar a mi padre? Tranquilo ángel, estás cubierto de cenizas purificadas, me dice un gigante.



¿Tu padre? pregunto confundido.

Soy Set, rey de los gigantes, hijo de Adán y siervo de Dios, me contesta.

Sí, soy yo, le digo revitalizado.

Hubiésemos sido felices si mi padre no hubiese querido ser más que Dios, me cuenta nostálgico y añade, si llegas a ver a mi padre, clávale uno de tus sais en el pecho en mi nombre ángel.

Tengo que continuar, le digo y me levanto.

Éstas son las puertas de la tercera estación, si eres el heredero de Dios se abrirán sólo con tu presencia, me advierte y me señala las puertas.

¿Y si no lo soy? pregunto.

Tendré que asesinarte y devorarte, me informa impasible.

Me levanto y a mi paso camina Set, me pongo delante de las puertas y escucho un crujido y se abren ante mi.

No te olvides de mi mensaje Ángel, me dice Set y se marcha

No hay comentarios:

Publicar un comentario